Hace algún tiempo platicaba con un amigo, quien había ido a México a un Simposium sobre Estadísiticas. Me comentaba que lo habían sorprendido las estadísticas que mostraron sobre la criminalidad en todas las grandes ciudades de México. San Luis Potosí resultó ser la ciudad con la mayor tasa de criminalidad en todo ese país. Sin embargo, era todo lo contrario a lo que las estadísticas decían.
El problema consistía fundamentalmente en la base de datos que se tenían. Al parecer San Luís Potosí tenía una buena fuente de datos y una base de datos mucho mayor incluso que la propia Ciudad de México, en donde la tasa de criminalidad aparecía ser muy baja, pese a la percepción de la gente. En la primera ciudad, al parecer, la base de datos incluía hasta las más pequeñas infracciones de tránsito. Además contaba con la confianza de la gente en sus instituciones, de tal forma que éstas acudían a ellas en caso de necesidad, con lo cual quedaban registradas en sus bancos de datos. Cosa contraria ocurría en el resto de ciudades de ese país.
Es que las estadísticas guardan un gran secreto, son tan fiables en la medida que los datos lo sean. Es obvio, ¿no?; pero no lo parece, pues confiamos en las estadísticas sin verificar la fuente de los datos, el manejo que de éstos se hacen y del análisis que se le aplican. Por ello, resultaría increíble que alguien tome como fuente confiable cualquier análisis basado en estadísticas que no garanticen que los datos reflejen la realidad que pretenden mostrar. Por ejemplo, y siguiendo el mismo tema de la criminalidad, no podríamos comparar la criminalidad en El Salvador con la de cualquier ciudad de Estados Unidos. Acá, uno lo ha vivido, hasta los que tienen que garantizar el tráfico, cruzan las dobles líneas amarillas de las calles; botan basura en la calle; insultan, etc.
A mi me resultaría extraño que alguien tome en serio nuestras estadísticas y las compare con otras mucho más serias y confiables.
Tuesday, March 25, 2008
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