Thursday, March 01, 2007

Recorriendo los pasillos...

Normalmente vemos, al recorrer los pasillos de un supermercado, o tiendas de conveniencia, a diversos tipos de consumidores. Unos, tomando los productos que necesitan sin percibir siquiera el costo de los mismos. Otros, comparando precios de los productos similares que se venden. Y otros más, leyendo las etiquetas de cada uno de los productos. Uno mismo puede tomar diferentes actitudes al momento de seleccionar nuestras compras. Al final, cada consumidor sale con los productos que quizo o pudo adquirir.

¿Qué es lo que nos hace comprar un producto en específico? ¿La publicidad? ¿El conocimiento claro de las necesidades de nutrición que tenemos? ¿El simple gusto de consumir un alimento determinado? Es difícil decir qué es lo que puede impulsarnos a comprar algo. Por ejemplo, en el mercado tenemos varias marcas de huevos, producidos por distintas granjas. Y, por lo general, en nuestro país, el precio es el mismo. ¿Cómo seleccionamos un tipo de huevo de otro tipo de huevo que, al final, viene a ser el mismo alimento? Hasta cierto punto, nuestra capacidad de seleccionar está limitada por los productores.

Obesidad...

Escoger un tipo de alimento es algo personal, al menos así lo parece. Sin embargo va más allá de nuestra conciencia, puesto que hay en el mercado un juego enorme de detalles que inducen a consumir productos que, a veces, no necesitamos. Una de los efectos de la manipulación de la que somos objeto es el aumento de la obesidad en todas partes del mundo. El Salvador no es la excepción. Vemos gordos y gordas en todas partes. No creo que sea porque así lo desean ser. No creo que nadie, por su simple y puro gusto quiera ser obeso. Claro, al final se niega este hecho y se pretende que uno se siente confortable con el peso que tiene. La realidad es que muchos han sido inducidos a consumir más de lo que debían y, como esto ha sido producto de una manipulación comercial, no se le puede echar la culpa (o la responsabilidad) a nadie. Al menos así lo aparentan las cosas.

Sin embargo, la industria de los alimentos sí tiene mucha responsabilidad en esta epidemia del sobrepeso y la obesidad. No solamente con sus grandes campañas publicitarias para que la gente consuma sus productos, que en todo caso es una práctica correcta para llamar la atención de los consumidores, sino por el tipo de proceso que realizan y de los materiales que se valen para "mejorar" los alimentos. De esto último se habla poco y poco a poco. Pero nos vemos afectados en todos sentido. Por ejemplo, la harina con la que se hace un pan ha sido extraída de trigo que ha sido tratado con químicos en el proceso de la cosecha. Luego, en el bodegaje, se ha tratado con químicos que previenen la generación de hongos y otros microorganismos. En el proceso o manufacturación del pan, a la harina se le agregan otra serie de aditivos para mejorar la presentación del pan, su textura, su sabor y olor. Es decir, ya no comemos el mismo tipo de producto que consumían nuestros padres o nuestros abuelos. Ahora consumimos una mezcla de ingredientes, en conjunto con la harina. Debo decir que mi observación no valora la calidad nutritiva del pan, sino que hace mención de la gran cantidad de químicos que se utilizan para la elaboración de un pan en específico.

Uno de los ingredientes que tiene un uso muy grande son los aceites hidrogenados. Éstos han sufrido una gran presión para la eliminar los Trans, producto de las temperaturas alcanzadas en el proceso de hidrogenación. Ahora vemos en las tiendas y supermercados muchos productos con declaración en las etiquetas de que no contienen Trans. Casi se ha convertido en una obligación el declararlo, obligando a la industria de los alimentos a despreciar el uso de este tipo de aceite hidrogenado. Ahora se está imponiendo el uso de mezclas de aceites, sin contenidos de Trans.

Eliminados los trans quedan pendientes otros ingredientes que tienen que ver con la obesidad y el sobrepeso. Uno de ellos es el uso del gas carbónico en las bebidas, conocidas como Cola. No solo porque tienen que ver con la epidemia dicha, sino porque también está relacionada con otros problemas, tales como la osteoporosis y otras. Por lo que se ve, este será el nuevo enemigo a combatir, en la industria alimentaria en general y en la industria de las bebidas en especial.


1 comment:

Cartina said...

Este post es verdaderamente interesante, pues es curioso observar (no solo ver) a la gente mientras compra.

Algunos nos tomamos como 5 minutos leyendo las etiquetas o buscando la versiòn con menos grasa y calorìas del alimento que compramos sin importar si es o no la marca lìder, mientras otros compran exactamente lo que vieron en la televisiòn.

Una de las cosas que màs me alarma es que de las compras totales que hacemos para surtir la despensa, pràcticamente el 70% de lo que compramos viene dentro de una caja, una lata o una botella. Solo productos como la fruta, verdura, huevo y pan (si es de panaderìa) son naturales o preparados con ingredientes "reales" (no contienen huevo en polvo, grasas vegetales...)

Del 70% que calculo, una buena parte son productos que no utilizamos para alimentarnos, como productos de higiene personal y limpieza de la casa.

Entonces, què es lo que estamos comprando...y màs alarmante aùn, què es lo que estamos comiendo!?!?

"Cajas y envases", como dice mi padre, es lo que compramos y lo que comemos es solo un pedazo de "quien sabe que" cosa...