Hace poco recordaba la época en la que trabajaba en el monitoreo de aguas superficiales y subterráneas de nuestro pequeño país. Fue una época muy interesante. El conflicto ya se encontraba en marcha. Mi trabajo me permitió conocer muchas partes del país. En uno de estos sitios, las Lagunetas de Metapán, en las que estuvimos concentrados en tomar muestras de las aguas, analizarlas y tomar diversas observaciones, también nos permitimos recolectar hongos alucinógenos en abundancia. En aquellos años de la década de los 80s la zona no estaba habitada y los potreros estaban llenos con excremento de vaca, en donde crecen estos hongos, de la especie psylocibes. A esta altura no creo que alguien me crea, pero nunca tuve las ganas de probar estos hongos.
Pero algo que me llamó la atención fue algo que me dijo un amigo, al comentar sobre la cantidad de hongos que habíamos recogido. Me dijo que él también había recolectado, en una ocasión, muchos hongos y que se los había comido. A raíz de ello tuvo una visión en la que los hongos le hablaron, reclamándole que no había comido sus pies. Y es que él solo se había comido el "sombrerito".
Realmente me pareció interesante, puesto que en una monografía que había leído sobre María Sabina de los Hongos, ella mencionaba que los hongos estaban perdiendo su poder, que ya no querían hablar y que no les interesaba mostrar dicho poder, pues mucho anglosajón llegaba a México, de donde era originaria María Magdalena Sabina García, y consumía los hongos sin el debido respeto. Sobre todo, no se comían sus "pies", sino que los desperdiciaban y botaban.
María Sabina era una chamana, una bruja, una mujer sabia, o como uno quiera nombrarla. Pero, antes que todo, era recipendiaria de conocimientos de nuestra raza; pero también recogía mucho sobre el conocimiento universal de todos los pueblos. Lo lamentable que con su muerte física, este conocimiento ha desaparecido por el momento.
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