La Real Academia de la Lengua Española define "COMER" como masticar y demenuzar el alimento en la boca y pasarlo al estómago; o, tomar alimento; o, tomar la comida principal del día, entre otras deficiones. Mientras, define DEGUSTAR, como probar o catar, generalmente con deleite, alimentos o bebidas; o, saborear y percibir con deleite otras sensaciones agradables.
Bastan estas dos definiciones para preguntarse qué tipo de actividad alimentaria hacemos en nuestra diaria alimentación. ¿Comemos o degustamos? Obviamente, comemos. Pero la diferencia la hace la degustación de los alimentos. Además de nutrirnos, deberíamos tratar de disfrutar el alimento, un poco más allá de la evolución de los sabores en nuestro paladar.
Con lo dicho, la contraposición de los dos conceptos se puede hacer una discusión muy amplia y desde muy diversos ángulos desde los cuales se pueden tocar. Pero a mi me interesa hacer notar algunas ideas en torno a la degustación de los alimentos. Por un lado, aún cuando no saboreemos un alimento, siempre entrará a nuestro organismo a través del sistema gástrico. Pero estaremos dejando de lado una de las formas más idoneas para escoger o seleccionar mejores nutrimentos.
Por ejemplo, y para poner un ejemplo bastante claro (según mi punto de vista), podemos mencionar la evolución de los alimentos desde hace unas cuantas décadas atrás. Los que tenemos algunos años más en nuestros huesos podemos recordar que comíamos gallina india. Al recordar este platillo se me viene, muy vívidamente, el sabor de la gallina asada. Recuerdo la carne dorada del pollo y ese sabor muy peculiar de la gallina india... me recuerda a mi madre, a mis hermanos comiendo, a mi padre. Bueno, el recuerdo me aparta del tema. Lo cierto es que uno sabía que estaba comiendo gallina.
Ahora es frecuente encontrar en los restaurantes carne de pollo empanizado. Uno de las más famosas cadenas de restaurantes, del cual no menciono su nombre (por aquello que no me reconocerán la publicidad), se jacta de su "receta", a tal punto de que se enorgullece que muchos compatriotas que van en vuelos hacia los Estados Unidos llenan del aroma de su pollo el ambiente del avión.
Ahora bien, comparemos la gallina india, de la que hice memoria, con el pollo empanizado de ahora. Mi punto es que antes saboreabamos la carne de gallina; hoy, el empanizador se encarga de que el pollo no sea percibido. Y es que el pollo actualmente ya no sabe a pollo. El concentrado que se le da al pollo, así como la cantidad de hormonas y la "falta de ejercicio" de los pollos de granja, han hecho de esta especie un alimento insípido. Es lo que tenemos que pagar por la eficiencia productiva.
Volviendo a la diferencia entre comer y degustar, el ejemplo pone en claro que la industria utiliza los saborizantes (del empanizador, en este caso) para apubullar nuestro sentido del gusto, de tal forma que no percibamos el sabor de la carne de ave, sino que nos "conformemos" con el sabor del empanizador. Nosotros no nos damos cuenta de ello pues también se nos ha atacado con publicidad muy bien pensada.
Volveremos sobre el tema...
1 comment:
Me gustò tu blog, asì que yo también te incluiré entre mis vìnculos!
Gracias y qué degustes bien mis recetas! Je je!
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