La ignorancia es un padecimiento terrible. Tanto que aquel que la padece no se da cuenta de ello, pudiendo tener consecuencias fatales para los que lo rodean, además de para él mismo. La ignorancia tiene su mayor expresión cuando nos creemos que no la tenemos. De ahí que Sócrates expresó bellamente su "tragedia": "Solo sé que no sé nada".
En estos tiempos, como en todas las épocas, la ignorancia se expresa en diversos ámbitos sociales: salud, nutrición, deporte, política, religión. Hay muchos ejemplos ridículos de cómo se expresa la ignorancia. En el deporte, por ejemplo, los fanáticos son expertos en las tácticas y estrategias del mismo. En el fútbol se puede ver toda una gama de críticos, desde los que conocen los hábitos personales de los jugadores, hasta aquellos que analizan las jugadas realizadas por sus equipos, o por los equipos contrarios. En Nutrición, por ejemplo, todo el mundo conoce más que los expertos.
Con ello no quiero decir que no se puede opinar de algo. Nuestra propia experiencia nos puede dar el soporte a nuestras propias opiniones. Sin embargo, la mayor parte de la población es víctima de su propia circunstancias y vive bajo normas que ni ellas misma puede explicar plenamente.
Con lo dicho, y para no entrar en alguna polémica, traigo al recuerdo la tragedia de Jan Huss, un sacerdote nacido en Bohemia (hoy en parte de la República Checa), en 1371. Llegó a ser rector de la Universidad de Praga. Su época fue una época en que se comenzaba a salir de la noche de la Edad Media. Fue la época en la que se comenzaba a cuestionar todo.
Huss fue uno de los primeros que pidió la libertad religiosa. Llegó a pedir que no se aplicara la pena de muerte para los herejes y para todo aquel que no obedecía a la Iglesia. Esto lo llevó a chocar con la jerarquía de la ésta. Fue tomado prisionero y condenado a la hoguera.
Su proceso estuvo lleno de discusiones entre sus acusadores y él mismo. Pero no tuvo la oportunidad de defenderse, su voz fue acallada con los gritos a los que fue expuesto. Cuando fue quemado, la multitud aullaba del odio que sentían contra el hereje. Se dice que una anciana se acercó a la hoguera, cuando iniciaba a arder, llevando con mucho esfuerzo varios leños secos. Los depositó en la base de la hoguera. Huss la observó y suspiró: "Santa Ignorancia" (lo dijo en Latín, por cierto).
No defiendo, ni acuso, a Jan Huss. Solo puntualizo, las discusiones entre el sacerdote y su jerarquía estaba fuera del entendimiento de la gente. Ésta, sin embargo, aprobó su martirio, sin saber qué era lo que aprobaba.
La ignorancia no duele... de ahí que sea tan peligrosa.
En estos tiempos, como en todas las épocas, la ignorancia se expresa en diversos ámbitos sociales: salud, nutrición, deporte, política, religión. Hay muchos ejemplos ridículos de cómo se expresa la ignorancia. En el deporte, por ejemplo, los fanáticos son expertos en las tácticas y estrategias del mismo. En el fútbol se puede ver toda una gama de críticos, desde los que conocen los hábitos personales de los jugadores, hasta aquellos que analizan las jugadas realizadas por sus equipos, o por los equipos contrarios. En Nutrición, por ejemplo, todo el mundo conoce más que los expertos.
Con ello no quiero decir que no se puede opinar de algo. Nuestra propia experiencia nos puede dar el soporte a nuestras propias opiniones. Sin embargo, la mayor parte de la población es víctima de su propia circunstancias y vive bajo normas que ni ellas misma puede explicar plenamente.
Con lo dicho, y para no entrar en alguna polémica, traigo al recuerdo la tragedia de Jan Huss, un sacerdote nacido en Bohemia (hoy en parte de la República Checa), en 1371. Llegó a ser rector de la Universidad de Praga. Su época fue una época en que se comenzaba a salir de la noche de la Edad Media. Fue la época en la que se comenzaba a cuestionar todo.
Huss fue uno de los primeros que pidió la libertad religiosa. Llegó a pedir que no se aplicara la pena de muerte para los herejes y para todo aquel que no obedecía a la Iglesia. Esto lo llevó a chocar con la jerarquía de la ésta. Fue tomado prisionero y condenado a la hoguera.
Su proceso estuvo lleno de discusiones entre sus acusadores y él mismo. Pero no tuvo la oportunidad de defenderse, su voz fue acallada con los gritos a los que fue expuesto. Cuando fue quemado, la multitud aullaba del odio que sentían contra el hereje. Se dice que una anciana se acercó a la hoguera, cuando iniciaba a arder, llevando con mucho esfuerzo varios leños secos. Los depositó en la base de la hoguera. Huss la observó y suspiró: "Santa Ignorancia" (lo dijo en Latín, por cierto).
No defiendo, ni acuso, a Jan Huss. Solo puntualizo, las discusiones entre el sacerdote y su jerarquía estaba fuera del entendimiento de la gente. Ésta, sin embargo, aprobó su martirio, sin saber qué era lo que aprobaba.
La ignorancia no duele... de ahí que sea tan peligrosa.
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