Hacer ejercicio debería ser parte importante para todo hombre y mujer que quiere conservar su salud física y mental en buen estado. Por lo regular corro un poco más de media hora todos los días, a eso de las 5 de la mañana. Me sienta bien, paso el resto del día muy confortablemente y creo que eso me mantiene en buen estado de salud.
Ayer, domingo, salí a correr un rato, antes de almorzar. Quería hacerlo para despejar un poco mi mente y poder sentir el placer que se siente al estar recuperándose del esfuerzo hecho. Por lo general corro en el Parque Cuscatlán. Pero ayer decidí correr en la calle. Los domingos se mantienen relativamente solas y el aire no está tan contaminado como los días de semana.
Corrí hacia el estadio "Mágico Gonzalez", di unas cuantas vueltas al rededor del mismo y decidí bajar por la Alameda Roosevelt. Al bajar por el paso a desnivel encontré a un muchacho que caminaba en dirección contraria a la mía. Como yo iba corriendo me gritó: "¡Cuidado abajo!". Yo le contesté con un "'¡ta bien!". Pero creí que solo me gritó por gritarme algo, pues corría en la calle misma y no arriba, en la acera. Lo que pasaba es que, al seguir corriendo, encontré a tres tipos que venían corriendo en la dirección contraria a la mía, pero armados de machete. El primero, con el machete hacia abajo y con la cara desesperada. Los dos restantes con los machetes levantados, listos para descargarlos al primero, que corría unos metros adelante de ellos.
Cruzé la calle, arriesgándome a que algún vehículo me atropellara, pues no quería encontrarme con los tipos corredores. Obviamente, no estaban ejercitándose como lo hacía yo. Me regresé por donde llegué y pasé, a 50 metros de donde me dí la vuelta, por el 911 de la PNC. No vi a nadie en la ventanilla que tienen permanentemente abierta. Por suerte, me dije, la "policía siempre en vigilia".
Monday, July 07, 2008
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