Leyendo un artículo en el que cita al Dr Bruce Charlton, se menciona que Oxford y Cambridge producían científicos de tal talla que ganaban fácilmente los premios Nobel. Desde 1973, en cambio, no hay ningún ganador de dicho premio que pertenezca a dichos centros de estudios.
Lo interesante se plantea en las implicaciones de ganar dicho premio. No es el premio en si lo que hace relevante la estadística, sino la capacidad de producir avances en la ciencia que existe entre determinadas naciones o comunidades científicas.
Si para las naciones ricas y más desarrolladas el
Premio Nobel representa un medidor de su dinamismo como nación, para nuestros países significa la carencia no solo de incentivos (de lo que se queja el
Dr. Charlton) sino de capacidad de resolver nuestros propios problemas. El hecho, por ejemplo, que el
Dr. Salvador Moncada tenga la altura y prestigio que un
Premio Nobel haya logrado, hasta es un bochorno para nuestra sociedad. Nos enorgullecemos de personas como él, pero también nos debemos aborchornar por el hecho de haberlo despreciado en su momento y, visto como sociedad, lo tratamos mal, hasta casi lo asesinamos.
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