Nacer, crecer, reproducirse y morir. Parece que este es el orden de la vida.
No se trata de sentirse deprimido. Al contrario, es necesario tener en cuenta el fin de nuestra existencia para que valoremos nuestro día a día.
El fin del año y comienzo del presente estuvo presente el último tramo de esta escala. Una persona conocida murió de cáncer, tras un padecimiento relativamente corto. Luego, a las 2:00 a.m. de la mañana del 1 de enero, la madre de un amigo muere de un ataque al corazón. Dos días después, un médico muere también repentinamente: el corazón. ¡Qué descansen en paz!
Nacemos y no sabemos cuando moriremos. Pero estamos seguros que no escaparemos de la muerte. Entonces, lo importante es vivir y vivir con dignidad. De ello nos dan ejemplo muchos personajes antiguos. De uno de ellos, y no recuerdo el nombre en estos momentos, Plutarco narra cómo se encontraba realizando un rito religioso cuando le anunciaron la muerte de su hijo. Interrumpió un momento el rito, preguntó si murió dignamente (en batalla) y le respondieron que si. Guardando silencio un momento, siguió los ritos, sin mostrar más sentimientos.
Nos aterramos con la idea de la muerte, pero, en realidad, deberíamos aterrarnos más de no vivir plenamente.
El fin del año y comienzo del presente estuvo presente el último tramo de esta escala. Una persona conocida murió de cáncer, tras un padecimiento relativamente corto. Luego, a las 2:00 a.m. de la mañana del 1 de enero, la madre de un amigo muere de un ataque al corazón. Dos días después, un médico muere también repentinamente: el corazón. ¡Qué descansen en paz!
Nacemos y no sabemos cuando moriremos. Pero estamos seguros que no escaparemos de la muerte. Entonces, lo importante es vivir y vivir con dignidad. De ello nos dan ejemplo muchos personajes antiguos. De uno de ellos, y no recuerdo el nombre en estos momentos, Plutarco narra cómo se encontraba realizando un rito religioso cuando le anunciaron la muerte de su hijo. Interrumpió un momento el rito, preguntó si murió dignamente (en batalla) y le respondieron que si. Guardando silencio un momento, siguió los ritos, sin mostrar más sentimientos.
Nos aterramos con la idea de la muerte, pero, en realidad, deberíamos aterrarnos más de no vivir plenamente.
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