Definitivamente uno no sabe la hora que le toca entregar el cuerpo a la madre tierra. Todos esperamos llegar tarde ese día y no quisiéramos que llegara. Pero, ni modo. El día tiene que llegar y hay que hacerlo. Lo importante es haber vivido y decir, como dijo Amado Nervo: "¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!"
Esta reflexión me viene a raíz de la lectura que he tenido sobre Dave Freeman, que aparece en la fotografía de al lado. No porque crea que su filosofía se aviene a lo que dice Nervo, sino todo lo contrario. No juzgo su vida, sino lo que pregonó en su libro "100 Cosas a Hacer antes de Morir". Según parece siguió sus propios consejos, inclusive, se dice, se tiró desde lo alto en el bungee original (con lianas y no con cuerdas artificiales) en las islas de oceanía. Aunque muchos de los lugares de los que habla son interesantes, lo cierto es que al visitarlos, uno no deja de ser un turista y, pese a que nos podamos involucrar en las actividades, no demuestran ningún grado de pasión por las cosas que se hacen; nos mantendríamos como espectadores de primera fila, nunca como actores.
Los griegos nos dejaron muchas cosas. Una de ellas fue su sentido de vida. Ellos creían que la vida vale la pena vivirla con pasión. El problema, para nosotros, consiste en definir lo que es pasión y, además, definir el objeto de nuestra pasión. Lo trágico para este autor es que no murió viajando a velocidad mayor que el sonido; o en una caída libre de más de 1,000 metros; o peleando con un cocodrilo de Australia. Murió de un golpe en la cabeza, producto de una caída en su propia casa.
Solo espero que haya hecho algo más de las 100 cosas que nos aconsejó que deberíamos hacer antes de morir.
Wednesday, August 27, 2008
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