Algunas veces, hablando sobre médicos, decimos que los médicos en la actualidad necesitan de scanners, análisis de laboratorio y otros medios para indicarnos que estamos enfermos. Nos recetan medicinas caras y que tienen consecuencias laterales imprevisibles. Nos curan de un dolor de cabeza, pero la medicina nos arruina el estómago; tomamos medicinas para el estómago y caemos con problemas en nuestros riñones. La cadena de consecuencias sigue y sigue y se hace interminable hasta llegar nuestro destino final. En algunos casos, quien cae en esa cadena de eventos, muchas veces desesperado, deja de medicarse y, como por milagro, sana inmediatamente. Es que las medicinas tienen un objetivo primordial: enriquecer a las compañías farmacéuticas. Por el contrario, los médicos de hace algunas décadas, más generalistas, recetaban sin utilizar otros recursos que su propia experiencia y conocimiento ... y mucha mística.
Un reportaje de DW-TV, llamado El enigma Alzheimer, muestra algunos descubrimientos sobre esta enfermedad y que nos dicen mucho sobre el estado de la medicina y los medicamentos, o de la industria de los fármacos, que la acompañan. El Alzheimer es una de las enfermedades más trágicas para el ser humano, sobre todo cuando envejece. Muchos hemos tenido, o tenemos, algún pariente que padece esta enfermedad senil. Sin embargo, debido a las observaciones hechas en varias personas de edad que no lo padecen hay algo asombroso o contradictorio. Como uno de los ejemplos ponen a Charlie Mariano, un saxofonista de más de 80 años que es un maestro de dicho instrumento y que no muestra ningún síntoma de senilidad. Lo mismo se dice de muchos músicos. De hecho, Compay Segundo murió casi a los 100 años y murió casi tocando su guitarra. Y, según parece, pidió prórroga, que lamentablemente no se la quiso dar la huesuda...
El reportaje continuaba con el estudio de varias monjas ("The Nun Study") que, con una edad muy avanzada, no daban muestras de tener la enfermedad. Inclusive, al morir, algunas de ellas donaron sus cerebros como parte de dichos estudios y mostraban las señales de lo que constituye, para la medicina actual, los estragos de la enfermedad. La pregunta surgía entonces sobre si realmente las plaquetas o manchas que aparecen en los pacientes con Alzheimer son las que originan la enfermedad, puesto que las monjas tenían dichas plaquetas o manchas (conste, no soy médico, por lo que no se cómo llamar esas manchas que aparecen en las células del cerebro que mostró el documental) y no padecieron de senilidad.
Todo ello llevó a otro científico a indagar en las investigaciones hechas anteriormente. Alois Alzheimer, el pionero que estudió esta enfermedad lo hizo en la primera década del siglo anterior (1906). Otros investigadores lo siguieron. Uno de ellos propuso la hipótesis que la enfermedad era producto de la hinchazón del cerebro. Esta observación coincidía con las hechas con el científico que mencionamos. Tras lo cual comenzó a preguntar a diversos médicos que trataban problemas reumáticos si tenían, entre los pacientes de más edad, casos de senilidad. Curiosamente no los tenían; pero tampoco llevaban datos que podían confirmar lo que aseguraban. Al parecer uno de los médicos si llevaba y se encontró que la proporción de gente anciana que padece la enfermedad es menor entre los que son tratados por reumatismo que aquellos que no lo tienen.
¿Cuál era la razón? Bueno, una de las medicinas empleadas para reducir la inflamación reumática es el ibuprofeno. Otra es el diclofenaco. Así de simple es el remedio. Se ha probado, en pocas pruebas, con ratones y éstos han mejorado su condición con estos fármacos. Sin embargo, las grandes farmacéuticas se han decantado por investigar sobre la disolución de las placas, manchas o plaquetas que aparecen en el cerebro y que se asocian al Alzheimer. Al parecer están obviando el descubrimiento, puesto que con ello no hay ganancias.
Pero ese es su problema. No deberíamos caer en su juego. Los consejos para prevenir la enfermedad son diversos. Uno de ellos es la lectura. Esto mantiene en forma al cerebro. Otra manera de combatirla es a través del juego de ajedrez; o bien, a través de la práctica rutinaria de un instrumento musical. Si no se puede, yo recomendaría tomar ibuprofeno o diclofenaco.
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