Un amigo hacía un comentario que en cierta medida es cierto: "Estas son las Olimpiadas en las que se han roto las marcas de las falsedades". Para comenzar, decía, ni la misma ceremonia se escapó, pues la niña que cantó el himno solo hacía la mímica. Otra cantaba en su lugar, para evitar que le vieran los dientes asimétricos.
También comentaba sobre los nuevos records establecidos por los atletas. Aunque ya se han encontrado atletas que han usado sustancias químicas para mejorar su rendimiento, parecería que no hay muchos, en comparación con otras olimpiadas. Pero el rendimiento humano se puede mejorar no solo con químicos, sino con lo que hoy por hoy se inicia: la ingeniería genética. Difícilmente se podría pronosticar que se descubrirá si alguien la utiliza o si no es posible usarla. El tiempo dirá si, en estas olimpiadas usó tal técnica.
Por otra parte, fenómenos como Michael Phelps, impresionante por su poderío en la natación, no dejan de presentar una imagen falsa de lo que significa el deporte para la vida de nosotros los comunes. Se dice que ingiere más de 2,000 calorías al día para mantener su energía. Ojalá y que, al terminar su periodo de competencia también baje su régimen en la misma forma que lo ha subido. Imagino que hubo a su alrededor un equipo de médicos, nutricionistas y especialistas que lo llevaron a lograr esta proeza. Espero que este mismo equipo lo lleve a su condición normal, puesto que no será posible que mantenga ese tren de vida durante mucho tiempo.
No puedo dejar de mencionar, por cierto, la prueba de los 100 metros planos, en donde se corona campeón el hombre más rápido del mundo. Se rompió el record anterior, y no solo por un atleta. A veces creo que hay algo que no encaja, pero uno lo ve y, por su puesto, es difícil no creer en lo que uno ve.
Pese a lo que mi amigo me comentó, estas Olimpiadas fueron impresionantes, a pesar de que hubo muchos efectos especiales en la ceremonia inicial. Divirtieron.
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