Vigorexia

¡Vaya! Me encontré leyendo un blog sobre nutrición y me sorprendió leer sobre la Vigorexia. No pude recordar cuando iba con más frecuencia al Gimnasio del Estado de la Flor Blanca. Siempre que lo recuerdo, sonrío. Sonrío porque encontraba cada tipo y había cada historia...
Pero, la verdad, no conocí a ningún vigoréxico. Nadie tenía el espíritu de sacrificio que se necesita para convertirse. O bien, nadie era tan loco... como sea... Pero muchos teníamos un poco de narcisismo... Un par de ejercicios con las pesas y corríamos a vernos en el espejo, para ver si había crecido el músculo ejercitado.
Recuerdo que me gustaba leer revistas sobre físico culturismo. Y, por suerte, no tuve problemas con un régimen al que me sometí. En uno de los reportajes que leí se decía que un campeón mejicano (no recuerdo para nada su nombre), tenía un régimen de alimentación y ejercicio muy riguroso. Algunas veces ayunaba por cuatro días, rebajando hasta 10 libras de peso, haciendo ejercicio, por supuesto. Y, véanme a mi, que hago lo mismo.

En esos días también practicaba artes marciales (esa es otra historia, pues nuestro maestro no tenía escuela -nada que terminara en Ryu, era muy ecléctico, en artes marciales). Así que comenzé una dieta rigurosa por cuatro días. Solo tomaba un jugo de naranja en la mañana y otro en la noche. No padecí de ninguna otra consecuencia que un poco de ansiedad en los días de ayuno. Como dicen en la TV, no intenten eso en sus casa. Yo tuve suerte de no haberme desplomado. Pero puede ser que mi juventud me ayudó.

Lo cierto es que llevamos, para bien de nosotros, el instinto de vernos bien. Tal vez para que la especie se reproduzca. Los machos deben dejar ver su físico, para que las hembras los escojan para el bien de la especie. Se da en todos los animales. En el hombre, a causa de su "evolución", el dinero y las posesiones externas han sustituido el físico. Pero todavía domina un poco esto. Y no creo que sea extraño ver personas que caen en la vigorexia.