Tuesday, January 03, 2006
La obesidad es una enfermedad
Se nos dice, a través de los medios de comunicación, que la obesidad se ha convertido en una epidemia mundial de grandes proporciones. En casi todos los países, tanto desarrollados como en vías de desarrollo, las estadísticas indican que las personas con exceso de peso y obesidad exceden el 50% de la población. Se trata de un problema que se asocia a otra serie de enfermedades que conducen al deterioro de la calidad de la vida o a la muerte prematura de los individuos. Y eso, sin contar con los costos económicos que conlleva.
Uno no deja de oír estas voces de alarma en todos los medios y con mucha frecuencia. Nos preguntamos, entonces, quien es el responsable de esta situación. Concluir que la culpa la tiene el sistema económico y su necesidad de inducir al consumo desmedido de todo aquello que pueda consumirse (la comida, en este caso). O se podría concluir que la responsabilidad de la obesidad en la sociedad pertenece a los propios individuos que la padecen, por no controlarse ni moderarse. Realmente no puede afirmarse ambos extremos.
Recuero cuando era adolescente. La gordura era algo raro de ver en otras personas. Ésta destacaba entre todos y era fácil colocarle el apodo de gordo o gorda. De mis amigos de la infancia, que yo recuerde, solo uno era gordo. Hoy, entre los amigos de mis hijas, hay varios gordos, incluyendo a sobrinos que ya tienen ese problema y todavía no han llegado a la juventud propiamente dicha. Pero antes, cuando me sacaba una buena nota, mi mamá me ofrecía un regalo sencillo, o me daba un panecillo. Hoy, a los “buenos” se les lleva a comer hamburguesas con papas y soda, con exceso de calorías. El premio resulta un regalo con trampa.
Mi abuelo, que ya está gozando en el otro lado, caminaba diariamente unos cuatro kilómetros al día. La ciudad, en ese entonces, no padecía los problemas del tráfico, de la contaminación y de la inseguridad que ahora padecemos. Yo lo recuerdo siempre delgado. Murió a los 103 años (mi padre asegura que murió a los 113 años, pero eso es otro tema). El doctor que dictaminó su muerte legal nos dijo que murió de viejo. Estaba sano, pero ya su cuerpo no quería trabajar. Murió porque así tenía que ser. Así fue mi abuelo, pero hoy, cuando tenemos que atender algo a 200 metros de distancia preferimos tomar un vehículo para viajar. El ahorro de esos pasos los guardamos en nuestro estómago o en células llenas de grasa.
Se estima que antes de 1940 todo el mundo comía una alimentación completamente orgánica. No había desarrollo de la industria alimenticia y no había una agricultura como la actual. Era poca la gente que compraba comida procesada industrialmente y, la industria de los alimentos en sí misma, no veía aún el mercado floreciente que es en estos momentos.
La segunda guerra mundial marcó un punto de quiebre en la industria de los alimentos. La agricultura se intensificó y se volvió una agricultura con base en los químicos. El mercado de los alimentos se volvió más grande y las ganancias aumentaron para los fabricantes. Hoy tenemos una agricultura apoyada en la biotecnología, en la manipulación genética y en los productos químicos. Los animales son alimentados con hormonas, son inyectados con vacunas y con antibióticos que llegan a nuestras mesas. Y la industria de los alimentos ha desarrollado una serie de aditivos para preservar a los alimentos, así como modificarles el sabor, el aroma, la textura, etc., etc., etc.
El sobrepeso, como dijimos, es una epidemia. Y con este problema, los daños asociados llevan una carga adicional a las sociedades. No solo tenemos problemas por el exceso de grasa corporal, sino por los aditivos que ingerimos. Y, si tenemos presente que nos alimentamos con la “receta” que nos vende la publicidad, nuestros nutrimentos no se complementan adecuadamente. Somos gordos, pero flacos en fibras, en minerales, en vitaminas y en los demás nutrimentos necesarios para que nuestro cuerpo funcione bien.
Nuestro deber es permanecer sanos. Es difícil si estamos excedidos de peso. Pero tenemos que hacer el esfuerzo para conservarnos dentro de la normalidad. Los chinos dicen que una persona sana no es obesa. Lo contrario, en la inmensa mayoría de veces, también se cumple. Una persona obesa es una persona enferma.
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