Leyendo en estos días de vacaciones:
1. Los felinos, en general, y los gatos en particular, tienen un defecto genético que ya nos gustaría tener a muchos de nosotros (por sus efectos, no por el defecto), que es tener insensibilizados los receptores del azúcar. Según Xia Li, un investigador en Filadelfia, Estados Unidos, los felinos (no todos, imagino), carecen de pares básicos 247, que se codifica como T1R2 (para los genetistas), que forman los receptores de lo azucarado. Si lo dulce nos impulsa a comer pastelillos, beber refrescos, masticar dulces, etc., la falta de este gen nos reduciría las posibilidades de seguir engordando.
2. Todavía existen escépticos del calentamiento global. Aún cuando las preguntas sobre los fenómenos alarmantes surgen año con año. Jane Lubchenco , una experta en el cambio climático, aún no se atreve a culpar a dicho cambio por los fenómenos que se han dado en los años recientes, sobre todo en la costa del Pacífico: altas temperaturas del agua marina, bajas en el rendimiento de la pezca marina, grupos grandes de pájaros muertos y la baja de concentración del plancton marino. Recordemos que algunos científicos niegan el cambio climático, sobre todos aquellos que son afines a la actual política energética de los Estados Unidos. Sin embargo, los hechos o los fenómenos a los que la Lubchenco se refieren, están allí.
3. Richard Mattes, de la Universidad de Purdue, hizo un experimento: puso en ayuno a un grupo de personas por una noche. Luego, al día siguiente, les midió sus niveles de grasa en la sangre. Luego, los dividió en varios grupos. Al primero, le dió a degustar y a oler queso grasoso. Al segundo grupo solo le dió a oler el queso grasoso. Al tercero, los hizo saborear el queso, pero les tapó la nariz con tapones. Al cuerto, no le dió ni a oler ni a saborear el queso. Al realizar las mediciones de grasa, resultó que el nivel de grasa aumentó en el grupo que degustó y olió el queso y en el grupo que saboreó el queso. En el grupo que solo olió el queso y en el grupo de control (que ni siquiera vió el queso), los niveles de grasa no sufrieron cambio alguno. Ergo, el sabor es el estímulo que puede causar la elevación de grasa en el cuerpo. El artículo en el que se lee este experimento no menciona nada adicional, por lo que presumo que, cuando vayamos al super, mejor ni probemos el queso que nos ofrece la impulsadora, solo pongámoslo frente a nuestra nariz ... no vaya a ser que engordemos un poquito más....
Monday, August 08, 2005
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