Friday, February 03, 2006

Las grasas


Alan Graham dice, en un artículo publicado en la red, que somos engañados por doctores y dietistas con relación al consumo de grasas. Lo que ya constituye una epidemia nacional e internacional, la obesidad, se ha visto como una consecuencia del consumo excesivo de grasas en nuestros alimentos. Pero, como sostiene Graham, la realidad es que estamos consumiendo muy pocos ácidos grasos esenciales a nuestro organismo. Esta deficiencia es la que está detrás de la gran mayoría de enfermedades que, por sus efectos, los médicos la ocultan con otras causas.
De hecho, una célula está construida sobre una base de grasa, con diferentes tipos de grasas. Por ejemplo, el mecanismo de transmisión de mensajes entre las células del cerebro funciona en la presencia de grasa, que es esencial para este proceso. La energía para nuestro diario vivir proviene de las grasas, que han sido almacenadas por nuestro organismo con esa finalidad.
Normalmente hablamos de las grasas, pero no tenemos claro qué es lo que es la grasa. La grasa es una mezcla de ácidos grasos, que son cadenas largas de átomos de carbono con átomos de hidrógeno unidos a éstos (aunque puede ser que haya átomos de carbonos sin ningún átomo de hidrógeno). Las cadenas pueden tener desde seis hasta veintidós átomos de carbono. Se dice que una grasa está saturada cuando el átomo de carbono se une a otros dos átomos de carbono con dos de sus enlaces, mientras también se encuentra unido a otros dos átomos de hidrógeno. Una grasa es insaturada si contiene átomos de carbono unidos entre si, pero uno de ello solamente contiene un átomo de hidrógeno o ninguno, uniéndose al átomo de carbono de la cadena con dos enlaces.
Por su naturaleza las grasas saturadas son sólidas a temperatura ambiente; las insaturadas son líquidas a dicha temperatura. Los aceites y grasas son en realidad mezclas de ácidos grasos, saturados e insaturados, en diversas proporciones, según su origen.
Se dice que el consumo de grasa saturada es malo, por lo general, porque “espesa” la sangre. Pero no es tan simple como se lee o se escribe, pues el cuerpo y las células del organismo demandan este tipo de grasas también, en alguna medida. El problema es dicha medida, en la proporción en la que la consumimos. Aunque hay algo simple que tiene mucho de verdad y es que las grasas naturales son sanas por su naturaleza y las grasas hechas por el hombre son malas.
Las grasas saturadas artificialmente o aceites hidrogenados, generan una serie de consecuencia en las células de nuestros organismos: al incorporarse a las paredes de las células se pierde la capacidad de permeabilidad de los electrolitos en ellas; además pierden, entre otras consecuencias, la capacidad de mantener la comunicación que se realiza a través de las hormonas.
En cambio, las grasas saturadas naturales protegen a otros ácidos grasos esenciales, proveen de un buen almacenamiento de energía para el cuerpo y otros beneficios más. Aclaremos que al hablar de “buen Almacenamiento” nos referimos a esto mismo, un buen almacenamiento, que permita una buena “rotación” de la grasa, que se encuentre disponible en el momento que se necesite, que no se dañe en el periodo almacenado, etc., al igual que lo que significa un buen almacenamiento en una empresa.
Al comprender lo básico de las grasas se entiende que las grasas saturadas no son en sí mismas nutrimentos malos, sino que lo malo se encuentra en la forma o cantidad y variedad que consumimos. La carencia y el exceso es lo malo, no las grasas.
Entonces, las preguntas que demos hacernos en relación a las grasas son: ¿Qué tipo de grasa comemos? ¿Comemos frituras? (malo), ¿Cocinamos con aceite hidrogenado? (malo), etc.

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