Tuesday, February 14, 2006

¿Qué clase de comida estamos comiendo?

El ciclo alimenticio, en el cual nos encontramos en uno de los niveles superiores, es realmente una cadena y que, como tal, puede romperse en su parte más débil. En este sentido, conviene tener en cuenta la forma en que la agricultura está produciendo los alimentos. Se ha aumentado los rendimientos de cada cultivo de acuerdo a las prácticas innovadoras que datan de la década de los cincuenta. Ahora se puede decir que no hay tierra que no pueda producir algo, a pesar de las hambrunas que se han generado en diversas partes del planeta tierra.

Pero hay algo que inquieta, cuando vemos este progreso. Los fertilizantes comunes tienen como uno de los códigos el mencionar las proporciones de Nitrógeno, Fósforo y Potasio, pero no se mencionan el resto de minerales que las plantas necesitan también y en menor cantidad. A esto se la ha denominado desminarilización de la tierra y puede tener consecuencias significativas para la calidad de nuestros alimentos en un futuro no muy lejano.

En Escocia, la SEER, que ha seguido una forma natural de cultivo en sus tierra, también previene sobre las consecuencias del uso extendido de los fertilizantes minerales. Por ejemplo, se menciona en un informe, el contenido de hierro en 15 variedades diferentes de carne se ha reducido en un 47%, mientras que el contenido de hierro en la leche ha caído en un 60%.

Los productos lácteos han experimentado un 90% de caída en cobre, mientras que el calcio en el queso Parmesano solo tiene un 70% de lo que debería tener.

También se dice que para obtener la cantidad de magnesio contenida en una zanahoria de la década de 1940, ahora hay que comer cuatro zanahorias. Obviamente, nos estamos refiriendo a los cultivos en Europa y, con mucha probabilidad, en Estados Unidos. En Latinoamérica vamos también por esa misma tendencia, o peor, pues somos objeto de la piratería de los comerciantes de insumos agrícolas.

Moira Thomson, de SEER, dice que los alimentos son tan buenos como la tierra de donde vienen. Con el fin de proporcionar alternativas, ella y otros pioneros fundaron SEER y los resultados, después de varias décadas, son sorprendentes. La tierra es más fértil y los productos más sanos.

Lo importante, en este aspecto, es difundir esta filosofía, de alimentar la tierra para que no quede sin los minerales que las plantas toman para crecer y darnos de comer. Aunque esta toma de conciencia es difícil de impulsar en países como los nuestros, pues el hambre apremia y los vendedores de insumos aún más.

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