Thursday, September 21, 2006

El Médico del Hogar

Encontré un libro editado en 1922, El Médico del Hogar, de Wilfredo Boue. La edición solo informa que la impresión fue hecha en México. No informa sobre la editorial. Pero me pareció muy interesante, por lo que transcribo unos cuantos párrafos, por el momento, y los coloco en este blog.

Es interesante que las observaciones hechas por Boue, hace un poco menos de 100 años, todavía son vigentes. La medicina ha progresado mucho, pero todavía el común de la gente no conoce su propio cuerpo. No puede decir que tiene el suficiente criterio para ser su primer nivel de protección contra las enfermedades. De hecho, la obesidad es una muestra palpable de lo que decimos.

Por otra parte, me parece que la observación que hace sobre la Grama es de tomarla en cuenta. La inflamación de la que habla es un producto de un proceso natural de la degeneración o decrepitud que presenta el cuerpo con la edad. Así que, a cortar grama con todo y raíz!

UN SOLO MAL, UN SOLO REMEDIO
Por Wilfredo Boue

¿Es tan complicada la Medicina como se dice? No, es absolutamente falso. Que digan que la Medicina es atrasada, muy atrasada, lo concedo, y lo será siempre por la sencilla razón de que se recurre casi siempre al médico cuando el mal llega a ser crónico, es decir, cuando ya tiene raíces profundas, y entonces ¿qué pretende el enfermo? ¿un milagro?

Además, existen otras razones que interponen una barrera una barrera infranqueable al triunfo de la Medicina, y son las siguientes:

1. La completa ignorancia de la gente en cuestión de anatomía y fisiología. Las máquinas de hierro o acero son el objeto de un estudio y cuidado especiales por parte de sus tenedores. En este verdadero esmero, desmontándola cuando es preciso, limpiándola y poniéndole aceite por los roces y coyunturas; en fin, todo el mundo es digo de felicitación por este lado; pero ¡cosa estupenda! Nadie, excepto los médicos, conocen el funcionamiento de nuestra máquina interior ni saben dar el menor detalle.
Conclusión: … Olvidan, pues el axioma que dice:”El primer médico de sí mismo es uno mismo”, sucede que por falta de vigilancia la máquina se avería, se para, y entonces se llama al técnico, quien muchas veces es incapaz de arreglarla.

2. La falta de asimilación que sufren la mayor parte de los productos farmacéuticos. Todo producto que no se asimila, es decir, que no se deja apropiar las substancias, es nulo o perjudicial.
3. La decadencia del género humano.

Volvamos al título del párrafo: un solo mal, un solo remedio. ¿Será posible eso?

Si pasamos revista a todos los males, notaremos que cualquier mal procede de una inflamación caracterizada por el calor, la rubefacción, el dolor y la tumefacción de origen generalmente microbiano. En tal acaso, se producen ácidos nocivos al organismo, engendrantes de las diversas enfermedades que se desarrollan siempre en la parte más sensible.

La inmensa mayoría de las enfermedades tienen su raíz primitiva precisamente en el sitio donde se cuecen los alimentos, es decir, el estómago. Sea por la mala calidad de los alimentos, sea por la aglomeración de materias indigestas, las paredes del estómago se irritan, produciendo ácidos que se mezclan con la pepsina, alterando su virtud e impidiendo la asimilación, o sea la transformación de los alimentos en sangre.

A consecuencia de tal turbación en el laboratorio de que depende la armonía de la vida física, las enfermedades empiezan a hacer explosión. Los ácidos invaden todo el aparato digestivo, y pasando por la s vellosidades intestinales penetran en el torrente sanguíneo. La sangre se envenena por dichos ácidos, y como éstos, en virtud de la circulación, recorren hasta los más pequeños parajes del cuerpo humano, ejercen fatalmente su acción en alguna parte débil y más sensible, de preferencia en los bronquios, los pulmones, los riñones, las articulaciones, etc., etc.

Nos encontramos, pues enfrente de una sola enfermedad, o sea la inflamación, que gracias a sus ácidos, llega a ser la madre de todas las enfermedades. Ahora preguntamos cuál será el agente más apropiado para calmar dicha inflamación: ¿El polvo de cajita o el alcalino de la planta?.

Recuerden nuestros lectores al célebre profesor SKODA, de Viena, mencionado el el capítulo I, página 19, quien durante toda su vida no prescribió en su clínica del hospital general, para todas las enfermedades, más que cocimiento de la inocente raíz de grama.

Este hecho prueba categóricamente a favor de nuestro argumento: un solo mal, un solo remedio.

El mal es la inflamación y el remedio es el alcalino de la planta que por medio de la infusión, decocción o maceración se desprende del seno de su madre y penetra todas las moléculas del agua. Luego esta agua, como un torrente purificador, inunda las paredes del estomago y de los intestinos, neutraliza los ácidos, calma la inflamación, cicatriza las erosiones y las llagas, destruye todos los microorganismos, fortalece las vísceras, calma y tonifica las ramificaciones nerviosas que recuerdan espontáneamente su movimiento singular de contracción y dilatación, tan necesario a la digestión y a la circulación de la sangre.

EL MÉDICO DEL HOGAR. 1922.

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