Friday, November 23, 2007

¿Interesados? ¿Desinteresados?

Podríamos apostar a que en cualquier encuesta televisada, de esas en la que se le pregunta a los transeúntes la opinión sobre un tema cualquiera (y del que muchas veces no saben nada), al cuestionamiento sobre el interés que tienen sobre el medio ambiente y la contaminación, todo el mundo se mostraría preocupado. De hecho, temas como la disposición de la basura, la contaminación del agua o la contaminación por plomo de algunos poblados, es tema recurrente en los medios. Sin embargo, difícilmente se podría decir que el ambiente es la prioridad de las personas en su agenda diaria.

En las Islas Británicas, para mencionar una sociedad en la que se supone hay más conciencia sobre el ambiente y los peligros de la contaminación, se ha hecho un estudio sobre los hábitos de consumo de la gente, llegando a la conclusión de que la gente no pone en consideración el ambiente en su tabla de valores. Al menos no dentro de lo más importante. El estudio lo ha hecho Opinion Leader, para el Departamento del Ambiente, Alimentos y Asuntos rurales (Defra -sus siglas en inglés).

Lo interesante de dicho estudio es que se demuestra que el consumidor británico no piensa en la sostenibilidad de la producción y del consumo de alimentos, lo cual tiene que ver con aspectos ambientales y de contaminación. Además, proporciona algunas recomendaciones para que el consumidor tome conciencia sobre sus actos y sobre las consecuencias que éstos tienen a mediano y corto plazo. Entre estas recomendaciones están (y las menciono para resaltar los puntos en los que también acá podríamos enfocarnos para resolver la misma problemática):
  • Cambiar a una dieta con impacto ambiental y social bajo.
  • Desperdiciar menos alimentos en los hogares.
  • Evitar pescar en lagos o ríos contaminados.
  • Consumir comida producida localmente
  • Incrementar el consumo de comida orgánica, además de consumir alimentos producidos bajo lo que se denomina Fairtrade.
Claro, habría que aclarar que dichas recomendaciones no son soluciones simplistas a los problemas ambientales que se enfrentan todas las sociedades. Pero me llama la atención que éstas presuponen un grado de educación en la población. Difícilmente podríamos comparar los hábitos del salvadoreño, en general, con el británico. Y difícilmente podría iniciarse una educación sin involucrar a todos los miembros de nuestra sociedad.

Como ejemplo mencionaría el caso de una docente universitaria con la que hablaba una tarde, hace algún tiempo no lejano. Ella estaba con un helado en sus manos. Al final, cuando lo había consumido, en forma refleja, tiró al suelo la paleta de madera. Claro, ella, como docente universitaria, "forma conciencia" con sus alumnos sobre los problemas ambientales.

Lo cierto es que el interés por el ambiente no solamente es cosa de "entenderlo", sino de vivirlo. Es una tarea, la de educar a la sociedad, muy larga.

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