Friday, June 02, 2006

Adicción al azúcar


Recientemente la revista Ask.com en línea publicó un artículo del que vale la pena comentar lo que en ella se escribe. Sobre todo porque en nuestro país, en estos últimos días, se le ha dado mucha relevancia al consumo del tabaco y de la necesidad de combatir esta dañina adicción. En el artículo se dice que la adicción al azúcar puede ser tan dañina como la adicción al cigarro.

El artículo comienza dando como ejemplo las bromas muy comunes que hacemos cuando tomamos una segunda porción de pastel o de pan. Con las bromas, que pueden ir desde decir que “nos queda un espacio más en el estómago”, o que vamos a engordar un poquito más, pero controlado, etc., racionalizamos la adicción al azúcar.

Sin embargo, la adicción al azúcar es tan fuerte como lo puede ser la adicción al alcohol o a las drogas. Es tan fuerte que, algunas veces, podemos levantarnos en la noche, en pleno sueño, para degustar un pedazo de chocolate, un pastel o de algo simplemente dulce. Esto hace la adicción al azúcar.

Estudios recientes han demostrado que los humanos estamos programados para consumir azúcar. Una vez que hemos experimentado por primera vez el azúcar casi podemos ser declarados como adictos al azúcar. De hecho, la adicción comienza cuando iniciamos nuestras vidas, al consumir leche materna, que es dulce, lo cual hace que nos gusten los alimentos dulces.

Después de consumir algo azucarado el cerebro suelta algunos químicos naturales opioides, que le dan al cuerpo una sensación intensa de placer. Como el cerebro reconoce esta sensación, pide más azúcar. El hipocampo se activa y entonces uno desea más consumir azúcar. Este hecho se he encontrado muy claramente, pero es difícil reconocer una vez se ha caído en ello.

Al entrar el azúcar en la sangre, los niveles de azúcar se elevan, causando que el páncreas libere insulina para convertirla en energía. A mayor cantidad de azúcar consumida, mayor insulina liberada. Con la insulina liberada, los niveles de azúcar en la sangre comienzan a bajar y uno comienza a sentir el “bajón” típico después de consumir un alimento azucarado.

Al convertir en energía el azúcar, la insulina también estimula el almacenamiento de grasa. O mejor dicho, a mayor cantidad de azúcar que uno consume, mayor cantidad de insulina que se libera y mayor cantidad de peso que se gana.

El consumo grande de azúcar está vinculado con otras condiciones que pueden conducir a enfermedades, como la obesidad, en primer lugar, la caries, el estado de ánimo, la diabetes y la depresión del sistema inmunológico.

En la Universidad de Minnesota y en Princenton se han hecho estudios en ratas (nos parecemos mucho, las ratas y los hombres, no?) en los que se han demostrado que el azúcar puede ser muy adictiva. El comportamiento se vuelve compulsivo, cuando se les provee de azúcar y de alimentos azucarados.

En escaneos cerebrales en humanos, los cerebros han revelado la misma actividad que se presenta en los adictos a drogas fuertes, cuando se les presenta imágenes de helados y de otros tipos de alimentos azucarados.

El consumo promedio en los Estados Unidos, por persona, es de 160 libras. En Centroamérica, el consumo en muchas personas es casi similar, o mucho mayor, debido al hecho de que el consumo de las bebidas carbonatadas también es elevado. Y hay que saber que 270 ml de bebida pueden tener más de 25 gramos de azúcar. Además, hay que considerar que en los alimentos procesados también se introduce mucha azúcar en su formulación.

De hecho, el mercado del azúcar en enorme y el mercadeo en torno a los productos azucarados en tremendo. Por ello, casi damos por sentado de que no consumimos azúcar, cuando en realidad estamos consumiendo azúcar en sus diversas presentaciones y nombres. Nos convertimos, sin quererlo, en adictos al azúcar.

El azúcar solo le da un rápido incremento de energía a nuestros cuerpos, pero esto es debido a que también consumimos vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes. Lo que más nos hace el azúcar es hacernos gordos.

Para consumir menos azúcar podemos tener en cuenta algunas cosas:

No consumir productos empaquetados. Mejor consumir fruta enlatada o jugo de fruta natural.

Tomar bastante agua a través del día. Eso evita que nos sintamos con mucha hambre.

Consumir proteínas en cada tiempo de comida, puesto que su digestión es mas lenta y lo hace sentir más lleno en un periodo más largo de tiempo.

Tratar de no consumir los alimentos azucarados que más nos gustan, por lo menos unas tres semanas entre si, lo que evita el ansia por los mismos y, por lógica, su consumo.

Resistir el impulso a comprar frituras o snacks. Hay que hacer otra actividad para prevenir que el impulso se intensifique.

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